Reflexiones I

jueves, 24 de abril de 2008

No escribió esta historia en primera persona. Quizás por miedo a reconocer que se había hecho más débil. O quizás, simplemente, porque hay momentos en los que la realidad se vuelve ajena, porque la observamos desde lo lejos, como quien mira a través de una ventana el mundo y siente que no pertenece a él.
Tampoco la escribió en tiempo presente, pues tuvo la certeza de que era más fácil contar las cosas como algo que un día ocurrió. En lo que no podía engañarse era en que todo aquello se trataba de una autoterapia, un ejercicio de la mente para intentar desprenderse de todo aquello que no alcanzaba a comprender.
Pero algún día llega el momento. A él le estaba llegando. Le estaba haciendo comprender que una mañana cualquiera te levantas y, al mirarte al espejo, sientes que no eres el mismo.
No era el mismo, no. Nada en el mundo había cambiado, todo seguía igual, pero él ya no era el mismo. Ahora le hacían feliz otras cosas . Ahora tenía otros miedos. Ahora le asaltaban otras dudas. Ahora algo se le escapaba de las manos. Antes todo parecía estar resuelto. ¿Era más feliz antes?, ¿era esto algo pasajero?, ¿solamente le ocurría a él?
Sin quererlo, se formuló muchas,muchísimas preguntas a las que trató de encontrarle respuesta. No fue fácil, todavía intenta resolver algunas. Cuando no lo consigue, se refugia a veces en la inocencia que algunos han olvidado. Y así, consigue ser feliz, amar como nunca había amado, ser más él, recuperar la libertad...

Ligia